*El Octavio, las drogas, la jaula, el skate, las chicas o las olas.
Las piras estudiantiles mañaneras, los encuentros con los amigos, las primeras chuflas, el lugar de encuentro, las redadas, las posturas de jachís, eran el Octavio. Aquel como decir submundo, bañado en cariñena, donde se reunían en un principio clandestinos políticos, luego como un huracán llego la droga, primero las blandas y de la mano las duras, me acuerdo de ver a Iñaki Arana (Dylan) de socorrista&surfista, transformado de vuelta de Formentera en un trovador con su acústica, sentado en una silla algo estrecha, los atracos a mano armada a las farmacias se sucedían en el Botxo. Estaba allí en peligro, conserve el tipo, no se muy bien como. ¿Seria el amor a mi familia? Los interrogatorios en casa de Ama, preguntándome, ¿que ojos de pitiminí traes? Y Aita en la taberna, con el no se jugaba. Creo que todo eso me mantuvo al margen.
Conseguí un buen monopatín de slalom, un Logan, en el parque de Doña Casilda, era una tabla generosa, buenos ejes, buenas ruedas, nada mas tenerlo me lance por la pequeña y empinada cuesta del kukusklan, me despelleje la espalda….luego me movía mucho con el, no tenia nada que ver con los sancheskis de turno, en las bajadas era muy seguro, iba a mas que las vespinos. Me lanzaba en la cuesta de la Jaula , con Iñaki Inunciaga, los dos encima del monopatín, el era un gran patinador de jockey sobre hielo, jugaba en el Nogaro, y por asi decirlo, mi amigo del alma surfeando, nos entendíamos a la perfección encima del monopatín, nos la jugábamos y nos quedábamos con la peña, éramos por así decirlo atípicos, y nos mezclábamos en aquellos antros tronando música.
Lo prohibido nos atraía de alguna manera, ya rulaban los petas, cuidado con las anfetas, que suerte tener la tabla y la mar a mano, nos daba vida, nos alejaba de la estela de jóvenes que perdían el rumbo en la capital del vicio.
Delirio a Bilbao (EL BOTXO)
Teníamos infinitos tipos de gris, no hace mucho tiempo, en nuestro entrañable Bilbao.
Era de un gris sucio, un gris terrible, un gris político, un gris como la pez, un gris sin perdón, cuando en la ría turbia, las angulas nadaban indómitamente con la marea, bajo el sirimiri. Y el puente de Deusto, aun izaba al cielo sus tableros, al paso de los últimos tráficos marítimos. También los astilleros de Euskalduna, botaban sus buques a la ría, provocando olas, que chocaban contra la ribera de Deusto.
Aunque envueltos en tanto gris, siempre tuvimos tatuada la camiseta roja y blanca, de nuestro equipo de fútbol, el Athletic Club, en San Mames, la catedral del fútbol con su especial tapete verde, donde los leones siempre lo daban todo.
También teníamos el parque de doña Casilda, con su estanque, sus patos, sus caprichosos árboles, sus triciclos, pequeño oasis para nuestros primeros paseos.
Mercadillo los domingos a la mañana en la Plaza Nueva , donde se entremezclaban pájaros y otros animales pequeños, cambio de cromos, de monedas, de sellos, cacharritos varios…
Salidas en el funicular destino Artxanda, desde allí contemplabas la ciudad encajada entre un mar de montes, y sesgada por su caudalosa ría.
Ahora tenemos un gran arco iris en nuestra ciudad, con sus nuevos puentes y pasarelas en las orillas de la ría, con nuevas edificaciones de singular belleza. Pero también con sus edificaciones de siempre, recompuestas y remodeladas con cariño. Los paseos arbolados, con esculturas, con bidegorris (carril de bicicletas), las vías peatonal izadas nos dejan disfrutar de un Bilbao mas de todos.
En nuestro entrañable Bilbao, se refleja una idiosincrasia histórica de nuestra tierra, de sus gentes, de la mar, del hierro…
Imanol eres un poeta enamorado.
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