martes, 8 de marzo de 2011

6. La ola de la vida

*El gheto, inviernos sin calefacción, afición y adición.
¿Quien inauguro el sunset? (santi´s puf)
Al  regreso del servicio militar en el 1983, me paso del single al thruster, tiempos nuevos, tiempos salvajes. Me dedique por libre, a acabar mis estudios y empecé a trabajar. Estando yo en la mili, mi hermano Iñaki llevo a casa de mis Aitas un cachorro de collie negro, su perra había tenido una gran camada, entonces, en un permiso me encontré con la bolita negra, no daba crédito de que fuese un pastor escocés. Adi, así se llamaba, cuando volví, ya era un perrazo, y cuando podía me lo llevaba conmigo. Fue un incondicional a mi lado, siempre meneó su cola, sabia lo de las escapadas. Los viernes a la tarde me instalaba en Sopelana y surfeaba todos, el fin de semana.
Joseba González de Mendibil, aquel gran amigo, el que nunca pedía nada, y siempre daba, que vivía en kukullu kalea, que tenia de cortinas la mar, se le ocurrió remodelar aquel garito desangelado, del compartimentado asador Meñakoz de años atrás, convertido en la discoteca ribelinos, así que en medio de la disco y el puticlub, montó y bautizó el bar sunset, la obra consistió en sus muchas ganas, en una buena mano de pintura, decorado con algunos pósters, con un gran mural de Peñatxuri en la pared trasera interior del local, pintado por el amigo, artista Oscar Tordera (Oso), buen equipo de música, sin olvidarnos de el buen hacer de la cocinera Tere, amatxu de Joseba, lo demás corría a cargo de la naturaleza del lugar.
Allí ocurrieron cosas, sucesos, vivencias, encuentros, hábitos...que de alguna manera nos marcaron para siempre, "hijos del sunset", fue nuestro txoko preferido. Hasta pude contemplar muchas estrellas fugaces por las noches (lágrimas de san Lorenzo), en el banco exterior orientado al nordeste, cuando tocado, salía a tomar el aire.
Aquella tarde de verano me había dado ya, un buen baño en la playa de Atxabiribil, estaba descansando, viendo a mis amigos surfear las olas. La chica más linda que jamás vi. nunca, se acerco a mí, y me pregunto si le podía liar un porro, con su rostro angelical, yo era un gran ingeniero en liar porros, no podía negarme a sus encantos, nos sentó maravillosamente, y empezamos a salir. No duro mucho, ambos elegimos diferentes caminos.
Sonaban the cure, y los viajes en cirila a la barra de Mundaka, las ardillas de Sollube en la carretera no se asustan, nos dan buena suerte, la plantxada entrando al Urdaibai desde el alto de Sollube hacia a nuestros cuerpos entrar en adrenalina, aquello no volverá, rascábamos con la arena desaparecida del puerto de Mundaka nuestras tablas junto a los gasolinos, podías surfear con Tom Curren y buen ambiente en el agua.

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